ECONOMÍA HUMANISTA
JOSÉ LUIS SANPEDRO

Debate 2009

EXTRACTOS DEL LIBRO
Leído en enero 2016.


... economistas convencionales han decidido creerse que, no obstante, la competencia lucrativa y el egoísmo general llevan a la prosperidad colectiva, como en el famoso pasaje smithiano de la "mano invisible"... Deciden creerlo, aunque sus propias estadísticas le muestran cómo se agranda el foso entre pobres y ricos del mundo. Aunque sepamos que el progreso depende del hombre mismo, no del dinero, y veamos cada día que el mercado no mejora al hombre. ¿Confiar al dinero las decisiones sobre nuestro vivir? Solo podrá estar conforme quien tenga el dinero... pág. 91.

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Creo que se puede demostrar que la reciente historia contemporánea está llena de pruebas palpables de que las personas más obligadas a ver lo que está pasando en el mundo ante sus ojos no se han enterado... Tengo aquí un texto que demuestra la falta de capacidad de percepción de lo que pasa. Es un texto de unos médicos norteamericanos que escriben sobre los riesgos del automóvil. Recuerden ustedes que la fecha en que se escribió esto es cuando el automóvil corría a las vertiginosas velocidades de 40 kilómetros por hora y cosas por el estilo. Y dice: "La exposición a las corrientes de aire a estas velocidades ocasionará sinusitis. Al mismo tiempo que la costumbre de asirse al volante y de estar nervioso sujeto a él engendrará la facies automovilista", dice el doctor, "caracterizada por la boca perpetuamente abierta que, aparte de consideraciones estéticas, hará a la víctima especialmente susceptible de infección." pág. 114.

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... nos reímos entonces de aquella proeza juliovernesca del señor Fogg dando la vuelta al mundo en 80 días... Sí yo, ahora mismo, me comprometo a atravesar todos estos países, a pesar de los medios técnicos, necesito mucho más de 80 días porque necesito quizás los 80 días para preparar papeles, cómo conseguir divisas, autorizaciones, pasaportes, para vacunarme contra el cólera, la tifoidea, para jurar que no voy a asesinar al presidente de Estados Unidos, ni al otro, ni el de más allá... pág. 118

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La nueva oligarquía no parece entender nada que no se relacione directísimamente con sus negocios. Estas dos características de la nueva oligarquía, gobernar en la sombra y tener una conducta descarnadamente interesada, dañan también al Gobierno y al Estado; primero, porque la opinión pública encuentra difícil e imposible saber en qué medida la política económica oficial, y hasta la política general, es propia del gobierno, y en qué otra está inspirada en los consejos o impuesta por la presión oligárquica. págs. 165, 166.

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El mismo Adam Smith, pero eran otros tiempos y resultaba entonces comprensible, orientó las cosas en ese sentido al recomendar que los gobiernos reduzcan al mínimo su intervención, por ser preferible confiar al juego del mercado la orientación de la economía colectiva. Y digo que es curioso porque, si bien se mira, parecería más lógico llegar a la conclusión opuesta: es decir, a la de una visión social de la economía, puesto que solo mediante la cooperación y la solidaridad en las tareas se mejora la capacidad productiva. págs. 244, 245.

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... el argumento de la libertad, ¡atractiva promesa!, es también engañoso. En el mercado nadie es libre si no tiene dinero; ni puede elegir desde la pobreza. Hay libertad para los pudientes y tanto más cuanto más posean. Te ruego que imagines, joven lector, la cara estupefacta del mísero habitante de un suburbio si le felicitamos por su libertad para adquirir lo que quiera. Y no digamos la de un hambriento de África o de Asia: probablemente ni nos comprenderá. Solo los economistas académicos, habitualmente sin problemas económicos, pueden utilizar ese lenguaje sin perder su seriedad. págs. 247, 248.

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No olvidemos que el mercado es un mecanismo sin más brújula orientadora que el beneficio, prescindiendo de cómo se consigue. Es decir, en el mejor de los casos, puede acertar técnicamente sin que por eso cumpla una función social... Para expresarlo con un ejemplo de un premio Nobel como Samuelson, podría ocurrir que el precio de la leche ajustará, en efecto, la oferta a la demanda, pero a un nivel tan alto, si escaseará el producto, que los ricos pudieran pagar la leche para sus gatos, mientras que los pobres no podrían adquirir la necesaria para sus hijos. pág. 248.

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Para el mercado todo se reduce a dinero: la colorada manzana como la puntiaguda bayoneta, el pan lo mismo que el aguardiente. Más aún, lo que no puede comprarse o venderse no existe para el mercado y, en consecuencia, las razones para las decisiones productivas se reducen a las económicas. Así, es más fácil reunir financiación para fabricar, por ejemplo, una nueva bebida de moda en el en el extranjero que para establecer escuelas en los suburbios. A conseguir ese resultado aplica el mercado medios con una eficacia sin precedentes, empezando por la educación que, desde la infancia, trata de hacernos competitivos y de inspirarnos el deseo del éxito material, convirtiéndolo en meta de nuestra vida. Después, constantemente, el asalto sistemático de la publicidad, que nos manipula para inducirnos a comprar cada vez más bienes, aunque sean realmente innecesarios y aunque la compra significa desechar objetos todavía útiles. pág. 249.

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... la política social puede defender mejor al débil frente al poderoso, mediante mecanismos correctores como los apuntados, pero no modifica la ambición de unos y otros por un nivel material cada vez más alto, ni su agresividad competitiva en un sistema que ensalza el éxito material, ni la idolatría por la técnica productiva, ni el desdén por la gratificante experiencia de la vida interior individual. pág. 253.

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... la solidaridad (es decir, la tolerancia frente a la agresividad, la cooperación frente a la competencia, la propia realización frente al éxito exterior, la ecología frente a la contaminación) es un objetivo más digno de ser propuesto a un joven en el umbral de su vida que esa degradante ambición, ofrecida hoy como única meta por el desarrollismo, de poseer cada vez más cosas en vez de ser mejor, y de ejercer un creciente poder sobre el mundo y sobre los demás en vez de aplicarlo hacia dentro en el dominio de sí mismo, fuente de la vida intensa y de la paz verdadera. pág. 254.

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"No hay duda de que las multinacionales podrían precipitar una crisis monetaria, solo con que moviese o desplazarse una pequeña proporción de sus activos, desde una moneda a otra." pág. 291.

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... la educación difícilmente se puede esperar del sistema, porque el sistema está interesado en darnos precisamente aquella educación que nos hace consumistas. pág. 306.

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Vivimos en un mundo básicamente dividido en dos áreas. Una, el sur: los pobres aplastados por el hambre. Otra, el norte: próspero, pero corroído por la ansiedad, por la angustia, por el desconocimiento, por lo que llaman los psicólogos anglosajones "falta de identidad" (lack of identy), el no saber lo que se es. Hace dos años, un texto norteamericano, un Health Report presentado al presidente de Estados Unidos, afirmaba categóricamente que cerca del 25 por ciento de la población norteamericana padecía trastornos mentales, clínicamente diagnosticables, y casi un 15 por ciento más era "emocionalmente inestable"... Cuestiones como la droga, el terrorismo, la violencia, las dudas de identidad hasta en terrenos que parecen tan biológicamente obvios como la sexualidad y que se difunden cada vez más, son problemáticas que se dan no sólo en Chicago. No hay que salir mucho de nuestras fronteras para comprender que la crisis no es sólo económica. Tenemos una crisis de valores que somos nosotros mismos. págs. 308, 309.

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... todo bien queda convertido en mercancía; la olorosa y colorada manzana es reducida a un precio, que la alinea en una columna de sumandos, con las locomotoras, con los pianos. La venta de armamentos o la especulación con viviendas serán actividades preferibles a la agricultura o la enseñanza, por la inapelable razón, pues el mercado no admite otra, de que nos enriquecen más rápidamente. Para aumentar el producto bruto tanto vale la plantación de un bosque cómo su tala, toda vez que ambas actividades generan valor añadido. Y si aparece alguien reacio a percibir esa realidad, entran en juego todos los medios de indoctrinación y depresión antes aludidos, para convencerle y convencernos de que el objeto de la vida humana es consumir... pág. 331.

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... en Japón, un estudio del profesor Hidotoshi Kato, de la Universidad Gakushuil de Tokio, estima que en 1971 se alcanzó en su país la cima del afán por el consumo de bienes duraderos. Hasta entonces, el prestigio de tales objetos impulsaba incluso a instalar antenas exteriores de televisión, para "salvar la cara" ante el vecino, incluso en viviendas donde no existía el receptor; en cambio, hoy lo que va siendo digno de distinción es el prescindir del automóvil o de tales objetos, retornando a la artística austeridad tradicional nipona. pág. 340.

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Al referirme a la revisión de valores no estoy pensando en la utópica angelización de los hombres. Admito, por el contrario, que el egoísmo seguirá siendo determinante del comportamiento, porque la supervivencia es ley fundamental de cualquier ser viviente. Lo único que pretendo es que el egoísmo sea más inteligente y, aleccionado por los males derivados del camino emprendido hace siglos para el desarrollo, rectifique sus errores en beneficio precisamente de si mismo. pág. 347.

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... cómo enseñaba Chung-Tze, "quien predica la verdad veinticuatro horas antes que los demás es llamado embustero durante todo un día." pág. 364.

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... sorprendentemente y como afirmaban las naciones unidas al anunciar el I Decenio para el desarrollo, la civilización que ha conseguido llegar a la Luna no ha logrado eliminar el hambre y la miseria de dos tercios de la humanidad. Tampoco ha logrado dar trabajo a todos en su propio mundo, ni impedir que con el hambre de los pobres coexista el derroche de los ricos; ni que éstos estén inseguros ante las tensiones políticas y sociales. pág. 378.

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Cómo ha escrito Erich Fromm, el "tener" tiene más importancia que el "ser" para esta civilización industrial, gerenandose una hipertrofia de medios con atrofia de fines o persiguiéndose éstos de manera tan absurda como buscar la paz mundial a fuerza de producir armamentos o frenar la inflación provocando publicitariamente el consumo. pág. 379.

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Además, lo grave es que el sistema está organizado de tal manera que tiende a convertir las formas de rebelión contra él en negocio para sí mismo: estoy leyendo ahora, por ejemplo, la biografía de Mary Quant, la inventora de la minifalda. Ella fue la primera que dijo: si a mí se me ocurre esto, a lo mejor me ennoblecen en Inglaterra. Entonces los jóvenes se visten, ellas de minifalda y ellos de algo así como de soldados del ejército de la confederación o de piratas del siglo XVI, es igual. Esto se hace, evidentemente, como una protesta, como una rebelión contra las estructuras del sistema. ¿Y qué hace el sistema? Pues se dedica a producir, en serie y en serio, esos bienes, convirtiendo inmediatamente la protesta en negocio del sistema. pág. 409.

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Es verdad que el hombre no es simplemente un mercader, y en eso se equivoca, por tanto, el capitalismo, pero también es verdad que el hombre tampoco es una abeja obrera, y en eso se equivoca el socialismo. pág. 415.

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