LA JUSTICIA DE QUEIPO DE LLANO
FRANCISCO ESPINOSA

Editoria Crítica, 2006

Portada del Libro

EXTRACTOS DEL LIBRO
Leído en marzo 2016.

El 18 de julio de 1936 se produjo el asalto definitivo a la República, asalto realizado con plena conciencia de que derivaría en conflicto civil generalizado. Los civiles y militares que lo protagonizaron no tuvieron más que seguir la práctica habitual de declarar el estado de guerra y usurpar el poder civil. Pero hay que decir que si bien la legislación republicana permitía tales actuaciones, se saltaron un paso fundamental, pues aunque en situación de estado de guerra el mando debe asumirlo la autoridad militar, existía la obligación de que la suspensión de garantías constitucionales fuera decretada por el gobierno legal. Como luego veremos, para solventar tal escollo, decidieron considerar inexistente a dicho gobierno, de forma que según los sublevados no hicieron sin ocupar un vacío. (pág. 18)

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...hay que decir que el general Queipo, en la primavera de 1936, no se acerca la boca del lobo, a ese "Moscú" sevillano aireado por la extrema derecha, sino a la ciudad soñada por cualquier militar golpista. ¿Qué importaba que hubiera miles de rojos si estaban desarmados? ¿Qué podían hacer Triana La Roja y el Moscú macareno sin colaboración ni ayuda militar alguna?. (pág. 35)

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La izquierda sevillana, muy criticada por su pasividad e inoperancia, no ha sido tratada con justicia, como se demostrará el día en que se estudien los sumarios dedicados a depurar la resistencia en los barrios. Desde la Macarena se accedió al Cuartel de Asalto de La Alameda, donde se repartieron armas, y se fracasó en los asaltos al cuartel de la Guardia Civil de la calle Gerona y al cuartel de Los Terceros; desde Triana se asaltó el Parque de Artillería y se intentó llegar al centro. Pero se fracasó igualmente. Ametralladoras colocadas en La Alameda, La Encarnación y Reyes Católicos impidieron todo intento de acceso.... Las iglesias ardieron en Sevilla después de que todos supieran que el centro estaba dominado a sangre y fuego por los golpistas. Solo entonces, en total soledad y abandono por parte del Estado, la agresividad colectiva se canalizó hacia templos y casas particulares.(págs. 36, 37)

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Consejo de Guerra: Resultando...solo guiados por el más acendrado patriotismo y amor a la civilización, el diecisiete de julio pasado las fuerzas de la Circunscripción Oriental, ya de acuerdo con otras del Ejército Nacional se lanzaron a salvar a la Patria ocupando los mandos civiles y militares en la mayor parte de las poblaciones siendo detenidas sus primeras autoridades por tener ideas extremistas y contrarias al orden social y jurídico cuya defensa a todo trance deseaba sostener el Ejército para dar fin a la anarquía reinante. (pág. 71)

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...no sé leía un hecho concreto, sino acusaciones de actitudes, de pensamiento, tales como tolerancia de propaganda revolucionaria en los cuarteles, cierre del Casino Militar, comentarios a un manifiesto comunista publicado en Melilla..., asistencia a un banquete ofrecido por el Frente Popular... era algo tan endeble, tan falto de pruebas, que producía una sensación de asco y amargura; pero, sin embargo, prejuzgaba ya la sentencia, el fiscal solicitó dos penas de muerte por traición... (pág. 72)

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...a últimas horas de la tarde del sábado, se recurrió a Huelva, fiel a la República... Encauzando la rápida respuesta de los centros mineros, se acordó formar una columna mixta de mineros, carabineros y guardias civiles que habría de dirigirse a Sevilla... unos siete y ocho camiones cargados de hombres, dinamita y unas pocas armas obtenidas en los cuarteles de la Guardia Civil... En total se calcula que serían unos 400 o 500 hombres distribuidos en veinte vehículos... La parte militar de la columna fue encomendada al comandante de la Guardia Civil Gregorio Haro Lumbreras. Esta decisión, sin duda alguna, frustró todo el efecto que la operación hubiera podido tener. Haro, un antirepublicano visceral...sabiendo lo que tenía entre manos, no quiso mezclarse con los mineros, saliendo con sus fuerzas para Sevilla unas horas antes...engaño a los vecinos de Triana, que lo aclamaron como como su salvador a su paso hacia el centro de la ciudad. Después de presentarse a Queipo volvió sobre sus pasos, esta vez sin pasar por Triana, y se apostó con sus fuerzas en el cruce de carreteras conocido por La Pañoleta. Sobre las once de la mañana de aquel domingo 19 de julio apareció en lo alto de la Cuesta del Caracol el primer vehículo de la columna.

El desconcierto fue total. Los disparos de las fuerzas de Haro, primero de fusiles y luego de ametralladora, dieron en el blanco, explotando parte de la dinamita y saltando por los aires vehículos y personas... Aprovechando la humareda producida con las explosiones, algunos coches y camiones pudieron dar la vuelta... En el lugar de los hechos fueron contabilizados veinticinco cadáveres. Por su parte, las fuerzas de Haro sólo tuvieron un herido, un guardia que se fracturó la pierna al bajar de uno de los camiones...El último acto de la historia de los sucesos de La Pañoleta se celebró el día 31 de agosto... sobre las 5.30 unos y otros llegaron a los lugares prefijados: La Macarena, Triana, Amate, Ciudad Jardín y la Pañoleta.... después de colocar a aquellos en la forma prevista y de dar las órdenes oportunas procedió a dar la descarga correspondiente de la cual fallecieron los mencionados. Toda la ciudad escuchó conmocionada la serie de descargas. (págs. 116-124)

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En un tiempo en que raros eran los alrededores de pueblos y ciudades donde no aparecían periódicamente algunos cadáveres, es lógico preguntarse qué trámites se siguieron en dichas circunstancias. Lo primero que hay que decir es que pocas veces dieron lugar a la apertura de una investigación. Lo habitual fue que los recogiera un camión y sin más se le diera sepultura en el cementerio más cercano. Normalmente se ocupo de ello la Cruz Roja. En Sevilla se utilizó en el verano de 1936 un camión blindado para transportar los cadáveres al cementerio. (pág. 153)

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Falange paso en breve tiempo y a consecuencia del golpe militar de ser un partido fascista de escasa implantación a constituir un poderoso grupo paramilitar al servicio del golpe y del Nuevo Estado en ciernes. Un golpe de Estado de las características del de 1936 necesitaba gente dispuesta a todo y fue precisamente Falange, junto con el Requete, el grupo que mejor canalizó ese personal de diversa procedencia, desde la burguesía antirrepublicana hasta el lumpen, que con mayor o menor convicción se sumó a los sublevados. (pág. 175)

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Cómo era previsible, la anómala situación creada por el golpe militar permitió y obligó a muchos individuos a vivir una situación en donde los límites entre lo prohibido y lo permitido se hallaban muy difuminados. Entre estas acciones habituales deben destacarse los asaltos, saqueos y destrucciones de viviendas, locales y sedes de particulares y sociedades, hechos estos que se dieron en casi todos los pueblos del suroeste. Ocurrió también, como era previsible, que de la posibilidad de apropiarse de los bienes de los "rojos" solo había un paso a acusar de rojo a alguien para apropiarse de sus bienes. (pág. 177)

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Hay que desinfectar previamente el solar patrio. Y he aquí la obra, pesadumbre y gloria, encomendada por azares del destino a la justicia militar. Felipe Acedo Colunga, fiscal militar. (pág. 251)

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Ese mismo día 16, siguiente a los actos del cambio de bandera, aparecieron en Triana los cadáveres de los falangistas Manuel Ingelmo Pérez y Juan Cerezo Campos. La medida que se tomó fue típicamente nazi, siendo detenidos al azar unos setenta hombres de las calles cercanas a donde aparecieron las víctimas (Páges de Corro, Febo, Ardilla). Todos ellos serían asesinados el día 18 de agosto en el Cementerio. (págs. 260,261)

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La conmoción resultante del terror y de la violencia, a cuyos efectos se aludió más arriba, produjo una profunda paralización que afectó a muchas personas. Sólo así puede explicarse que tantos se dejasen matar, siempre surgen las inevitables preguntas: ¿cómo no reaccionaron?, ¿por qué no huyeron? y que tantos otros permanecieron impasibles ante tal derroche de muerte y dolor. (pág. 265)

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...si se consultan sumarios abiertos por la Justicia Militar en los años republicanos y con anterioridad a julio de 1936, puede observarse los excesos producidos por el militarismo imperante, hecho que explica que pasaran por la Justicia Militar periodistas, huelguistas o simples periodistas que recorrían el país. Resulta evidente que la Justica Militar ocupaba con la aquiescencia del poder político, espacios que no le correspondían. (pág. 270)

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El tópico recurrente era siempre el mismo: la agonía de España empezó cuando hace dos siglos sus clases dirigentes olvidaron los verdaderos principios religiosos, sociales y políticos, dedicándose a "descatolizar y desespiritualizar a nuestro pueblo"; hacían falta, pues, minorías rectoras que como aquéllas que en el siglo XVI portaban en una mano la cruz y en otra la espada recondujeran la conciencia española por los "legítimos y naturales cauces de su Historia"... ya Cánovas profetizó que el sufragio universal habría de conducirnos al comunismo, verdad olvidada por partidos de derechas inconscientes de que su verdadera misión era "destruir por todos los medios lícitos las instituciones revolucionarias y, entre ellas, las falsas libertades y el sufragio universal". (págs. 273)

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El aparto judicial desapareció, de forma que la Justicia Militar pasó a ser la ordinaria, quedando todo bajo su control, es decir, bajo el control de los militares situados fuera de la Ley. Estos arroparon las matanzas iniciadas el 18 de julio de 1936 bajo el manto de un Bando de Guerra ilegal, de forma que a la eliminación física de alguien sin control ni garantía legal alguna se la llamó a partir de entonces "aplicación del Bando de Guerra"...

La represión de 1936 trajo a sus propios organizadores el recuerdo de la Inquisición, lo que no debe extrañar si pensamos en los referentes históricos que se tomaron por modelo: el reinado de los Reyes Católicos, resumible en tres hechos: la Inquisición, la Reconquista y la expulsión de judíos y moriscos... (págs. 274, 175)

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...se planteó de inmediato una cuestión clave: la legitimidad del golpe de estado, y consecuentemente de la matanza efectuada a su amparo y del régimen resultante... pero no fue hasta diciembre de 1938, a sólo tres meses de la conclusión de la guerra, y bajo el control de Serrano Súñer, cuando se creó una comisión (Orden 21-12-38) para demostrar la ilegalidad del Gobierno existente el 18 de julio y la legitimidad del llamado "alzamiento, que ni fue acto de rebelión contra la Autoridad ni contra la Ley". El fascismo necesitaba legitimarse... Por esta simple razón, toda oposición al desarrollo de dicho Gobierno "natural" debía ser tratada como rebelión militar y con el Bando de Guerra por delante, tal como prescribía el Código de Justicia Militar. (pág. 277)

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Queipo merecería pasar a la historia, además de como el "general del micrófono", como el primer militar que fomentó por la radio la violación de mujeres... ¿Y qué decir de sus alusiones a la potencia sexual de legionarios y regulares?: "Nuestros valientes Legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a sus mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas s lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo qu son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen." (págs. 284, 285)

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Ellos sólo eran la cúspide del Alzamiento-Movimiento, del golpe militar. Por debajo estaban la gente armada, los que ponían el dinero, los denunciantes, los que detenían, los que daban argumentos, los que interrogaban, los que confesaban, los que asesinaban, los que chantajeaban, los que bendecían, los que aplaudían, los que miraban complacidos, los que aprovecharon para comprar barato... En medio, los que procuraron mantenerse al margen de lo peor con mayor o menor éxito. Y fuera, a la intemperie, la escoria, la masa, los suficientes para que el sistema siguiera funcionando; callados, con la mirada esquiva y torva que tanto fastidiaba a algunos, con la vida pendiente de un hilo y siempre agradecidos o en obligada actitud servil hacia los que les permitían seguir viviendo... Fue sobres esa base de violencia, miedo, delación y corrupción moral sobre la que se edificó el Nuevo Estado.