¡ACABAD YA CON ESTA CRISIS!
PAUL KRUGMAN

Crítica 2012

Portada del Libro

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EXTRACTOS DEL LIBRO
Acabado de leer el 21/03/17.

... el saber convencional de aquellos que algunos de nosotros hemos pasado a denominar, con sarcasmo, la "gente muy seria", ha hecho caso omiso por completo de la máxima esencial de Keynes:" el auge, y no la depresión, es la hora de la austeridad". Es hora de que el gobierno gaste más, y no menos, hasta que el sector privado esté preparado de nuevo para impulsar la economía. Sin embargo, lo habitual ha sido instaurar políticas de austeridad y de destrucción de empleo... lo que intento hacer aquí, de hecho, es saltar por encima de esa "gente seria" que, por la razón que sea, nos ha metido a todos en el camino equivocado, a costa de enormes sufrimientos para nuestras sociedades; y apelo en cambio a una opinión pública informada, que nos lleve a hacer lo correcto. (pág. 11)

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... en el otoño de 2007, a pesar de que la economía era notoriamente próspera, había casi 7 millones de desempleados. Hubo millones de parados incluso en el punto culminante de la gran prosperidad de los años noventa, cuando se hizo popular el chiste de que para encontrar trabajo bastaba con pasar el "examen del espejo": que tu aliento empañara un espejo, esto es, que no estuvieras muerto... en Estados Unidos, donde la red de seguridad social es más débil que en ningún otro país avanzado, puede convertirse fácilmente en una pesadilla. Perder el trabajo supone a menudo perder también el seguro de salud. (págs. 19-20)

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... es un inmenso desastre humanitario. Pero los desastres ocurren: la historia está repleta de inundaciones, hambrunas, terremotos y tsunamis. Lo que convierte en terrible el presente desastre, y debería indignar al lector o lectora, es que no hay necesidad de que todo esto esté pasando. No ha habido una plaga de langostas; no hemos perdido nuestra pericia tecnológica; Estados Unidos y Europa deberían ser más ricos, y no más pobres, que hace cinco años. (pág. 29)

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Ahora, igual que antes,, vivimos eclipsados por una catástrofe económica. Ahora, como entonces, nos hemos empobrecido de repente. Pero si ni nuestros recursos ni nuestro conocimiento se han reducido, ¿de dónde proviene esta pobreza repentina?... muchas personas creen que este mensaje es esencialmente inverosímil, o incluso ofensivo. Parece de lo más normal pensar que los grandes problemas deben derivarse de grandes motivos; que un paro tan cuantioso debe ser resultado de algo más profundo que un mero lío. Por esto Keynes utilizó la analogía del magneto. Todos sabemos que, a veces, basta con sustituir una batería de 100 dolares para devolver al asfalto un coche de 30.000 dólares que había dejado de funcionar; y él tenía la esperanza de convencer a los lectores de que a las depresiones económicas se les podía a aplicar una desproporción parecida entre la causa y el efecto... Y la gente que... declara sabiamente que nuestros problemas tienen raíces muy profundas y la solución no es fácil; que nos tenemos que adaptar a un panorama más austero, parece sabia y realista, aunque esté completamente equivocada. (págs. 32-33)

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Paul Krugman, Premio Nobel de Economía

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¿Por qué el paro es tan elevado y la producción económica tan baja? Porque nosotros, y donde pone "nosotros" hay que entender consumidores, empresarios y gobiernos en su conjunto, no estamos gastando lo suficiente. El gasto en construcción de viviendas y bienes de consumo se hundió cuando reventaron las dos burbujas gemelas de Estados Unidos y Europa. Pronto les siguió la inversión empresarial, porque no tiene ningún sentido ampliar la capacidad productiva cuando las ventas están bajando; y ha caído también el gasto de muchos gobiernos porque los gobiernos locales, estatales y algunos nacionales se han encontrado privados de muchos ingresos. Un gasto moderado, a su vez, implica una tasa de empleo moderada, porque las empresas no producirán lo que no pueden vender, y no contratarán a empleados si no les necesitan para la producción. Padecemos una grave falta de demanda, a nivel global. (pág. 34)

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Economía y Segunda Guerra Mundial
¿Qué importancia tenía que el gasto fuera para programas de Defensa y no nacionales? En términos económicos, no importó en absoluto: el gasto crea demanda, sea para lo que sea. En términos políticos, por supuesto que importaba, y muchísimo: durante la Depresión, muchas voces influyentes advirtieron sobre los peligros de un gasto gubernamental excesivo y, en consecuencia, todos los programas de creación de empleo del New Deal fueron siempre demasiado pequeños, dado el calado de la crisis. Lo que se consiguió con la amenaza de guerra fue silenciar por fin las voces del conservadurismo fiscal y abrir la puerta a la recuperación; y por eso bromeaba yo, en el verano de 2011, y decía que los que necesitamos de verdad es un amago de invasión alienígena que provoque un gasto masivo en la defensa antialienigena... lo que ahora necesitamos para salir de la depresión actual es otro arranque de gasto gubernamental. (pág. 49)

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El recuerdo, cada vez más distante, de la Depresión sentó las bases de un extraordinario incremento de la deuda, que se inició aproximadamente en 1980. Y, sí, esto coincidió con la elección de Ronald Reagan, porque parte de la historia es política. La deuda empezó a subir en parte porque los prestadores y los prestatarios habían olvidado qué cosas negativas pueden pasar, pero también porque los políticos (y por supuesto expertos) habían olvidado que pueden pasar cosas negativas y comenzaron a eliminar las regulaciones introducidas la década de 1930 para evitar que ocurrieran de nuevo. Así, por tanto, lo malo ocurrió otra vez. (pág. 60)

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Aún cuando los especuladores sin escrúpulos han hecho ganar dinero a los inversores, en varios casos importantes no lo hicieron generando valor para la sociedad en su conjunto, sino, al contrario, expropiando de hecho valor a otros actores. Donde esto es más obvio es en el caso de las malas prácticas bancarias. En la década de 1980, los dueños de sociedades de ahorro y crédito inmobiliario obtuvieron grandes beneficios asumiendo grandes riesgos; y luego dejaron la factura a los contribuyentes. Y en la década de 2000, los banqueros volvieron a hacer los mismo: consiguieron fortunas enormes mediante préstamos inmobiliarios inadecuados y luego o bien se los vendieron a inversores incautos o bien se beneficiaron del rescate gubernamental cuando estalló la crisis.

Los mercados financieros sometidos a una estricta regulación, que caracterizaron a Estados Unidos entre la década de 1930 y la de 1970, no ofrecieron las oportunidades de enriquecimiento personal que florecieron después de 1980. (págs. 92-93)

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Cuando nos preguntamos por qué los responsables de establecer nuestras políticas activas fueron tan ciegos a los riegos de la desregulación financiera, y, desde 208, por qué tampoco han visto los riesgos de dar una respuesta inadecuada a la depresión económica, es difícil no recordar la famosa frase de Upton Sinclair: "Es difícil conseguir que un hombre comprenda algo, cuando su salario depende de que no lo comprenda". El dinero compra influencia; mucho dinero compra mucha influencia; y las políticas que nos han llevado hasta donde estamos, aunque nunca han hecho demasiado por la mayoría de gente, en cambio sí han funcionado muy bien (al menos durante un tiempo) para unas pocas personas situadas en lo más alto. (pág. 97)

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Paul Krugman. Premio Nóbel de Economía. Documental

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Hay muchísima corrupción; hay políticos que se dejan comprar, ya sea por quienes contribuyen a su campaña o mediante sobornos personales. Pero en la mayoría de casos, quizá en casi todos, la corrupción queda más difuminada y es más difícil de identificar: los políticos reciben recompensas por mantener determinadas posturas, y esto hace que las defiendan con mayor firmeza, e incluso se convenzan de que en realidad no los han comprado; pero desde fuera es difícil ver la diferencia entre lo que creen "de verdad" y lo que les pagan por creer. (pág. 99)

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... la fuerza de atracción política de los ricos se fortalece cuando los ricos se enriquecen aún más. Tomemos, por ejemplo, el caso de la puerta giratoria por la que políticos y funcionarios terminan yendo a trabajar para la industria a la que, supuestamente, debían supervisar. Esta puerta existe desde hace mucho tiempo, pero el sueldo que una persona puede conseguir cuando resulta del agrado de la industria es ahora bastante más elevado que antaño; esto seguro que contribuye mucho más que hace treinta años a despertar las ganas de complacer a la gente del otro lado de la puerta y asumir posturas que conviertan a uno en un atractivo asalariado, una vez concluida la carrera política. (pág. 99

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Un tema aún más espinoso es hasta qué punto los intereses creados del 1 por 100 (o mejor aún, del 0,1 por 100) han coloreado los estudios de los economistas académicos. Pero no cabe duda de que esa influencia ha debido de tener su peso: aunque no fuera más, las preferencias de quienes hacen donaciones a las universidades, la disponibilidad de jugosas becas de investigación y lucrativos contratos de asesoría, etc., sin duda impulsó a la profesión no solo a alejarse de las ideas keynesianas, sino a olvidad mucho de lo que se había aprendido en los años treinta y cuarenta. (pág. 108)

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"Las deficiencias principales de la sociedad económica en la que vivimos son su incapacidad de proporcionar pleno empleo y su arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos" John Maynard Keynes. Así era en 1936, y así es en la actualidad. Ahora, como entonces, nuestra sociedad está asolada por un desempleo descomunal. Ahora, como entonces, la falta de empleos representa una deficiencia de un sistema que era brutalmente desigual e injusto incluso en los "buenos tiempos". (pág. 221)

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... el sector privado no está dispuesto a gastar lo suficiente para utilizar toda nuestra capacidad productiva y, por lo tanto, dar empleo a los millones de estadounidenses que ansían trabajar pero no encuentran puestos de trabajo. La forma más directa de cerrar esta brecha es que el gobierno gaste donde el sector privado no lo hace. (pág. 225)

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Paul Krugman, Premio Nobel de Economía

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... la depresión que estamos atravesando es, fundamentalmente, gratuita: no hace falta que suframos tanto ni que destruyamos tantas vidas. (pág. 237)

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La verdad, en efecto, es que tenemos tanto el saber como las herramientas precisas para salir de esta depresión... Lo que bloquea esta recuperación es solamente la falta de lucidez intelectual y de voluntad política. Y es tares de todo aquel con capacidad de influencia, desde los economistas profesionales a los políticos o los ciudadanos inquietos, hacer cuanto esté en su mano para remediar esta carencia. (pág. 243)

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Uno de los temas principales de este libro ha sido que, en una economía profundamente deprimida, cuando los tipos de interés que las autoridades monetarias pueden controlar están rozando el cero, necesitamos más gasto público, y no menos. La Gran Depresión se terminó gracias a un aluvión de gasto público y hoy necesitamos, desesperadamente, algo semejante. (pág. 245)

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Creación de esta Página: 21/03/17.
Última modificación: 22/03/17