DISCURSO SOBRE EL ORIGEN Y LOS FUNDAMENTOS DE LA DESIGUALDAD ENTRE LOS HOMBRES
JEAN-JACQUES ROUSSEAU

Editorial tecnos, 1987

Portada del Libro

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EXTRACTOS DEL LIBRO
Acabado de leer el 17/04/17.

Concibo en la especie humana dos clases de desigualdad. una que llamo natural o física porque ha sido establecida por la naturaleza y que consiste en la diferencia de edades, de salud, de las fuerzas del cuerpo y las cualidades del espíritu o del alma; otra, que puede denominarse desigualdad moral o política, pues depende de una especie de convención y está establecida, o cuando menos autorizada, por el consentimiento de los hombres. (pág. 117 )

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La naturaleza ordena a todo animal y la bestia obedece. El hombre percibe la misma impresión, pero se reconoce libre para asentir o resistir; y es sobre todo en la conciencia de esta libertad donde se muestra la espiritualidad de su alma, pues si bien lo físico explica en cierto modo el mecanismo de los sentidos y la formación de las ideas, en cambio en la potencia del querer o mejor del elegir y en el sentimiento de tal potencia, solo se encuentran actos espirituales de los que no se explica nada por la leyes de la mecánica. (pág. 132 )

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... el conocimiento de la muerte y sus terrores es una de las primeras adquisiciones que lleva a cabo el hombre al alejarse de su condición animal. (pág. 134 )

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... los lazos de la servidumbre sólo se forman por la dependencia mutua de los hombres y las necesidades que los unen, siendo entonces imposible esclavizar a un hombre sin haberlo puesto antes en el caso de que no pueda pasarse sin el otro.Al no existir tal situación en el estado de naturaleza, deja a todos libres del yugo y vuelve vana la ley del más fuerte. (pág. 159 )

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El primero que, habiendo cercado un terreno, se le ocurrió decir: Esto es mío, y encontró gentes lo bastante simples para creerlo, ése fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no habría evitado al género humano aquel que, arrancando las estacas o allanando el cerco, hubiese gritado a sus semejantes: "Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra no es de nadie". (pág. 162 )

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Cada cual comienzaa contemplar los otros y a querer ser contemplado él mismo, con lo que la estima pública tiene un precio. Aquel que canta o danza mejor, el más bello, el más fuerte, el más diestro o el más elocuente se convierte en el más considerado. Este fue el primer paso hacia la desigualdad y, al mismo tiempo, hacia el vicio; de estas primeras preferencias nacieron, de una parte, la vanidad y el desprecio, y, de otra, la vergüenza y la envidia... (pág. 169 )

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... en el instante en que un hombre tuvo necesidad de la ayuda de otro, desde que se dio cuenta de que eera util a uno solo tener provisiones para dos, la igualdad desapareció, se introdujo la propiedad, el trabajo se hizo necesario y los inmensos bosques se convirtieron en campos risueños que fue necesario regar con el sudor de los hombres, y en los cuales bien pronto se vio a la esclavitud y la miseria germinar y crecer con las mieses. (pág. 171)

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... al tornarse hereditarios los jefes, se acostumbraron a ver su magistratura como un bien familiar, a mirarse a sí mismos como los propietarios del Estado, del cual no eran más que oficiales; a llamar a sus conciudadanos esclavos; a contarlos, como ganado, en el número de cosas que les pertenecían y a llamarse a sí mismos iguales a los dioses y reyes de reyes. (pág. 194)

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... los ciudadanos no dejan oprimirse más que en tanto que movidos por una ciega ambición y miran más por debajo que por encima de ellos, con lo que la dominación se le torna más querida que la independencia, estando dispuestos a llevar cadenas para poder imponerlas a la vez. (pág. 195)

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... si se ve un puñado de poderosos y ricos en el pináculo de la grandeza y la fortuna, mientras que el pueblo se arrastra en la oscuridad y en la miseria, ello significa que los primeros no valoran las cosas de que gozan más que en la medida en que los demás están privados de ellas y que, sin cambiar de estado, dejarían de ser felices si el pueblo dejase de ser miserable. (pág. 197)

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... para ver la meta de tantos ciudadanos, sería necesario que las palabras "poder" y "reputación" tuviesen algún sentido en su espíritu; que aprendiese que hay una clase de hombres que cambian por cualquier cosa las miradas del resto del mundo, que saben ser felices y contentos de sí mismos más por el testimonio de otro que por el propio. Tal es, efectivamente, la verdadera causa de todas estas diferencias; el salvaje vive en sí mismo; el hombre social, siempre fuera de sí, no sabe vivir más que en la opinión de los demás... (pág. 203)

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. está manifiestamente contra la ley de la naturaleza, como quiera que se la defina, el que un niño gobierne a un anciano, que un imbécil conduzca a un hombre sabio y que un puñado de gentes rebose de cosas superfluas mientras que la multitud hambrienta no tiene lo necesario. (pág. 205)

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Entre los cuadrúpedos, las dos distinciones más universales de las especies voraces se fundan en la figura de los dientes y en la conformación de los intestinos. Los animales que viven sólo de vegetales tienen todos los dientes planos, como el caballo, el buey, el cordero, la liebre; pero los voraces los tienen puntiagudos, como el gato, el perro, el lobo o el zorro. Por lo que toca a los intestinos, los herbívoros tienen alguno,tal como el colon, que no se encuentra en los animales voraces. Parece, pues, que el hombre, al tener los dientes y los intestinos como los animales herbívoros, debería naturalmente ser clasificado en esta clase. (pág. 209)

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Probablemente no hay un hombre acomodado al cual herederos ávidos y frecuentemente sus propios hijos no deseen la muerte en secreto; un barco en el mar cuyo naufragio no fuese una buena nueva para algún negociante; una casa que un deudor de mala fe no quiera ver arder con todos los papeles que contiene; un pueblo que no se alegrase de los desastres de sus vecinos. De este modo hallamos nuestras ventajas en el perjuicio de nuestros semejantes y la pérdida de uno conlleva casi siempre la prosperidad del otro... unos quieren enfermedades, otros la mortandad, otros la guerra, otros el hambre... Si se me responde que la sociedad está constituida de tal modo que cada cual gana al servir a los otros, replicaré que esto estaría muy bien si no ganase todavía más en perjudicarle. (pág. 215)